Constituye la calle mayor de la población que articuló la ordenación viaria de este sector de la ciudad. En sus orígenes era un pequeño tramo que llegaba hasta la calle del Norte. En el siglo XVIII, se produjo su primera prolongación desde esa calle hasta la denominada San Roque (actual Suárez Guerra). Su segunda expansión fue propiciada por los intereses de la Sociedad Constructora de Edificios Urbanos en urbanizar (terrenos en disposición de edificar) esta zona, uniéndola de esta forma a la plaza del Hospital Militar (hoy, plaza de Weyler). Tras la paralización del proyecto por los acontecimientos del 68 , en 1872 se retoma la idea promovida por la Sociedad Constructora de Edificios Urbanos. El proyecto fue elaborado por Francisco Aguilar y consistió en regularizar la plaza del Hospital. El proyecto elaborado por Francisco de Aguilar fue objeto de diversos reparos puesto que carecía de los requisitos indispensables de orientación, rasantes, memoria y otros detalles, según lo establecía la Real Orden de 19 de diciembre de 1859. Además, a la parte nueva de la calle Castillo no le proporcionaba la suficiente anchura como lo exigía el artículo 476 de las ordenanzas Municipales. Por estas irregularidades el Ayuntamiento acordó remitir el expediente al arquitecto municipal Vicente Armiño para que firmara de nuevo el plano de prolongación de la calle del Castillo y sus transversales, con ajuste a la Real Orden de 1859, atendiendo al plano de ensanche de la población que se había levantado para no perjudicar la armonía del contexto urbano. Definitivamente el proyecto se aprobó a finales de 1873. Por último, en 1886, la calle del Castillo fue objeto de un interesante estudio por parte del arquitecto provincial Manuel de Oraá, en relación a su deforme aspecto en su tramo inicial; en este lugar, la calle presentaba una forma abocinada que según el arquitecto” si en algunos casos pudiera ser un defecto, en otros se adopta por convenir a las condiciones higiénicas de la localidad; tal como pudiera de contener en el presente por cuanto las brisas del mar que tanto neutralizan el calor de los meses de verano y que apenas llegan al punto de partida dado por el Municipio para este plano, podrán en dicha forma entenderse algún tanto y llevar mas allá sus agradables efectos”. Vease , FRANCISCO JOSÉ GALANTE GÓMEZ: Arquitectura Canaria.Edit.Edirca, Las Palmas de Gran Canaria,1988; pp 92-96
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- GALANTE GÓMEZ, F. (1989). ‘Arquitectura Canaria (Desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX)’. Ed. Edirca, Las Palmas de Gran Canaria; pp. 92-96.
Equipo redactor e investigación: Unidad de Arquitectura de la Fundación CICOP. Miguel Ángel Fernández Matrán. José Luis Dólera Martínez.. Sendy Hernández Álvarez.
Fotografía: José Mª. Bossini Ruiz. |
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