En el extenso municipio de Los Realejos, que se extiende desde la costa hasta las cimas de la Fortaleza y el Cabezón de más de 2.000 metros de altitud, abarca distintas áreas de orografía y condiciones climáticas de modo que en cada una de ellas se fueron desarrollando actividades humanas en concordancia a los recursos presentes en ellas. En el municipio se desarrollo desde los comienzos de su ocupación en el siglo XVI labores vinculadas principalmente con la agricultura. Así el área costera de mayores temperaturas y grado de insolación, estuvo destinada al cultivo de la caña de azúcar hasta finales del siglo XVI para posteriormente ir pasando a la vid y el nopal para la cría de cochinilla hasta el siglo XIX, pasando desde entonces a los actuales cultivos de plataneras. Para ello, se desarrollo toda una serie de infraestructuras destinadas al control y canalización de las aguas que nacían en los distintos puntos de la comarca. La presencia de molinos de agua como el de la Hacienda de los príncipes es un ejemplo de las infraestructuras asociadas al control hídrico. Al mismo tiempo y también asociados a estas infraestructuras aparecen los pesadores, los pozos y los choros de agua esenciales para el abastecimiento público convertidos en focos de encuentro y socialización de la población, otros elementos etnográficos como el caso de los lavaderos puntos comunales donde se desarrollaban las labores de limpieza de las prendas diarias y de los que quedan magníficos ejemplos como los del barranco del Dornajo. En las áreas de medianías destinadas históricamente al policultivo y cereales, aún quedan elementos etnográficos vinculados a labores agrícolas , como las eras, consistentes en espacios de tierra generalmente empedrados y delimitados por círculos de piedras, donde se trillaban los cereales, como el que aún conserva la Hacienda La Pared. También podemos destacar la presencia de Lagares históricos en estas zonas, como los que aún se encuentran en las zonas de la Cruz Santa y la Zamora. |