Texto extraido del libro "Tenerife. Patrimonio Histórico y Cultural" de Manuel Hernández González. Los orígenes de Santa Cruz ,como población, están viculados al hecho de ser la salida natural de las importaciones y las exportaciones de la capital de la isla. La población combinó el pastoreo de sus habitantes, en sus numerosos eriales, con una incipiente agricultura de subsistencia, sobre todo, el la tierra fertil de sus barrancos, por los obstaculos derivados de la escasez de agua. La élite mercantil residía, sin embargo, en la capital insular, quedando solo en sus caletas un reducido número de pescadores y marineros ,ya que el grueso de las transaccciones se efectuaba en La Laguna. Su población autóctona fue mermada por la esclavitud y el destierro decidido por el conquistador. Las protestas ante la Corona llevaron a que una parte de ellos se integrase en el medio urbano, mientras que el resto seguirá residiendo en cuevas, entre Santa Cruz y Punta de Anaga, dedicado al pastoreo. A ese grupo autóctono se le unieron gomeros expulsados de su isla natal. Durante el primer tercio del siglo XVI Santa Cruz no debió de superar la cifra de 70 vecinos, unas 350 personas. En 1552 alcanza los 446. En 1584 sigue siendo un lugar pequeño, azotado por la peste y condenado a la inactividad. En 1587 sólo contaba con 275 habitantes. El raquitismo de su población se mantuvo a lo largo del siglo XVII. Con todo se duplica hasta alcanzar las 2.472 personas en 1676. Pero la migración por levas, o por la incitación a buscar un mejor futuro, sigue siendo algo generalizado en Santa Cruz, a pesar del ser el siglo XVII una centuria de expansión económica generalizada en la isla. En la década de los 80 sabemos que muchos de sus pobladores se encaminaron a la isla de Santo Domingo para fundar San carlos de Tenerife. La primera crisis de la segunda mitad de la centuria, derivada de la emancipación de Portugal en 1640, que originó la pérdida del mercado lusitano colonial para el vidueño, un vino de mesa que tenía como destino preferente Brasil y las posesiones africanas, y la prohibición de su exportación a las colonias británicas de América, se notó con particular crudeza en ese puerto tinerfeño, por lo que la migración alcanzó en él ribetes preocupantes. El siglo XVIII es la época de la expansión urbana y demográfica santacrucera. En 1707 apenas tenía 1.707 habitantes. En 1739 alberga 6000 habitantes y ya en 1768 son 7.399. Pasa de ser la quinta a la segunda población de la isla. Un crecimiento que con altibajos, la migración en la segunda mitad del siglo fue considerable manteniendose a lo largo de la centuria. A principios del XIX el censo de Escolar le da una cifra de 6.989 personas. La razón económica de ese crecimuiento es su conversión, en el puerto único de la isla, para el comercio con las Indias españolas desde el reglamento de 1718, y el único de retorno de ellas en todo el archipiélago, a lo que se une el papel cada vez más creciente en la intermediación, importando productos coloniales con destino a los puertos europeos y exportando, de estos hacia las colonias, manufacturas; una situación que será particularmente ventajosa en épocas de guerra a través del empleo de buques neutrales. No será casual que su mayor prosperidad, en ese periodo, fuera la época del bloqueo napoleónico entre 1796 y 1814, en el que su principal riqueza sería el desarrollo de esas actividades mercantiles.
La expansión urbana del siglo XVIII El pequeño casco, visitado por Torriani en 1588, apenas contaba con 200 casas, la mayoría situadas en la margen izquierda del barranco de Santos. Una parte importante de ellas eran viviendas de pescadores, de mineros y de agentes comerciantes de la oligarquía local y de los comerciantes foráneos implicados en el tráfico con América, cuya residencia principal la poseían en La laguna. A finales del siglo XVIII su número había aumentado considerablemente. Era ya de 1.746 casas. El grueso del comercio y con él las residencias de la burguesía mercantil se había desplazado por entero hacia ella. Ese cambio cualitativo determina en definitiva la configuración urbana de la ciudad que es en buena medida obra de la centuria ilustrada, pues aunque hubo cierto crecimiento en el XVII, la expansión real se da en la siguiente. Es en ella cuando el Comandante General Valhermoso traslada la Capitanía, desde La Laguna a Santa Cruz, como fruto de las nuevas funciones desarrolladas pior un puerto, que por el reglamento del comercio canario-americano de 1718, pasa a ser el único de ese tráfico en la isla y el de obligado retorno para la vuelta en todo el archipiélago canario. |