CONQUISTA Y FUNDACIÓN. Extraído de “La historia de Santa Cruz de La Palma” de Miguel Ángel Martín González. Alonso Fernández de Lugo obtuvo el derecho de conquista de la isla de La Palma concedido por los Reyes Católicos en junio de 1942, reclutando en Sevilla la soldadesca y sufragando gastos con la colaboración de los mercaderes italianos Berardi y Riberol. En septiembre desembarca en la isla por Tazacorte estableciendo pactos de amistad con los bandos de la zona. Sin ningún tipo de resistencia se encamina hacia el norte y, llegando al cantón de Tedote se produce la primera escaramuza con los naturales. El último episodio tiene lugar en las postrimerías de la Caldera de Taburiente con el célebre apresamiento de Tanausú. Finalizada la conquista y y vendida parte de la población aborigen como esclava, incluida la de los bandos de paz, el Adelantado eligió la ubicación de la ciudad en la única bahía natural con agua corriente abundante, hincando una cruz en el suelo en los contornos actuales de la Alameda. En estos momentos, la ciudad inicia su andadura con unas pequeñas chozas de piedra y entramado vegetal, sumándose el Cabildo y Aduana en la cueva mayor de Carías, morada del príncipe aborigen Bentacayce. Ahora, la principal misión del Conquistador la constituyeron los repartos de tierra y aguas entre sus socios y ayudantes en la empresa. Dada la relativa facilidad de la Conquista, Alonso Fernández de Lugo acude a la corte y realiza las capitulaciones para la conquista de Tenerife. Renuncia al premio prometido en la anterior empresa a cambio de que se le conceda el gobierno de la Isla y otras prerrogativas similares a las de La palma, aunque no tendrá participación en el quinto real. En distintas ocasiones, Lugo dejó la ciudad palmera, y en una de ellas, un grupo de trescientos aborígenes se alzó en armas contra los conquistadores. Alertado el Gobernador, envió un barco al mando del capitán talavera que desembarcó por Barlovento y no en la ciudad por estrategia militar para atacar la retaguardia y cortarles la retirada. En la batalla, el triunfo de los conquistadores supuso un castigo sin piedad para los aborígenes alzados. El apuro en que los españoles se vieron esos días fue motivo para que algunos comenzaran a llamar a la capital de la Isla como Villla de Apurón. El escudo de armas se compone de un San Miguel sobre un castillo de oro en campo azul con una palma en la mano derecha y las balanzas en la izquierda; encima una corona real con una gran cruz. El 21 de julio de 1553, los habitantes santacruceros se vieron sorprendidos por la invasión de setecientos piratas franceses, comandados por François Le Clerc apodado Pie de palo, que desembarcaron por la costa del barrio del Cabo y se adueñaron de la ciudad como plaza conquistada. Provenían de sus correrías por el Nuevo Mundo y de vuelta a Francia decidieron atacar el Archipiélago, fracasando en Gran Canaria y Tenerife, pero no en La Palma. La población huyó despavorida hacia los montes mientras los intrusos tomaban posesión del nuevo patrimonio, robando las casas, las iglesias y destrozando el archivo, las escribanías y oficios públicos. La mayoría de los isleños se concentraron en Tazacorte desde donde se solicitaban peticiones de ayuda dirigidas al gobernador de Tenerife y se entregaron 5000 ducados como pago de rescate. El ilustre garafiano Baltasar martín, enterado de lo sucedido, reúne y parte con un grupo de valerosos convecinos, mal armados, para reunirse al de Los Llanos y demás comarcas en su marcha hacia la ciudad. Todos en conjunto logran expulsar a los franceses el 30 de mjulio no sin antes haber incendiado éstos las Casas Consistoriales y parte de la ciudad que quedó en llamas, y haber capturado a un buen número de palmeros. Las defensas contribuyeron a la seguridad de la capital y ayudaron a alejar los fantasmas de 1553. Precisamente en esta fecha se alzan las puertas Norte y Sur que cerraban la ciudad con llave por las noches para impedir la entrada y salida de personas, para lo que se tocaba la campana de queda en verano desde las 10 y en invierno desde las 9. Fueron demolidas por el Capitán general de Canarias el 2 de diciembre de 1923, dando paso a las carreteras del norte y del sur. Estas puertas reproducían las armas de España, de las Islas y de uno en particular y se encuentran depositadas actualmente en la sociedad La Cosmológica. La muralla norte, que cerraba el paso entre la fortaleza del Cabo y el risco, sobrevive al paso de los siglos. |