La datación cronológica se basa en el S.XIX. La tradición pastelera fue iniada por Carmen Hernández, de La Orotava, en el seno de una familia de dulceros a la que llamaban los Panaderos. Fue quien transmitió el oficio a su marido Vicente, natural de Los Realejos, y a sus hijos. El marido, de pequeño, trabajó en La Orotava en una finca conocida como El Montijo, apodo que luego pasó a la familia, aunque el de los Panaderos fue el más popular. Con el paso de los años enseñaron el oficio a sus dieciseis hijos, quienes trabajaron codo con codo con los padres, algunos de los cuales incluso abrieron sus propias panaderías. Afamados fueron sus pasteles de carne, rosquetes, hojaldres, melindres, etc.. Dejó de producir en los años ochenta.
En el años 2013 se inauguró un monumento en conmemoración al segundo centenario del inicio de la labor de esta familia, en el casco de Los Realejos. En ella se muestran a algunas de las hijas en distintas facetas del trabajo.
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