Las primeras gestiones para la construcción de la Plaza del Principe en santa Cruz fueron hechas en 1856, aunque podemos remontarnos a 1822, puesto que, es entonces cuando el Ayuntamiento ve la necesidad de una nueva plaza pública, dado el aumento de la población.
En 1856 se considera como lugar más idóneo la huerta que había pertenecido al convento Franciscano de San Pedro Alcántara. Tras la desamortización el terreno había pasado a manos de particulares, siendo su propietario entonces don Gabriel Pérez a quien el Alcalde, don José Ruíz de Miranda, propone la compra del terreno, La negativa de su propietario pospone el proyecto hasta 1857 consiguiendo el alcalde don Bernabé Rodríguez la compra de la huerta. La escrituira de compra-venta se firmó el 7 de diciembre de 1857 ante el escribano público don Gabriel del Castillo Espinosa. Don bernabé Rodríguez abonó noventa mil reales de vellón por la compra de la huerta, que medía noventa y dos mil doscientos cuarenta y siete pies cuadrados, con estanque y cañería.
Las obras comenzaron el 8 de diciembre del mismo año, derribandose el muro norte. El proyecto de la plaza y las alineaciones y rasantes de las calles colindantes fueron encargados al arquitecto provincial Manuel de Oraá y Arcocha. Dichos planos, fechados el 14 de junio de 1860 se remiten a Madrid, siendo aprobados por la Junta Consultiva de Policía Urbana el 14 de diciembre de 1860. El proyecto estimaba un costo de ciento cinco mil trescientos noventa y un reales de vellón con cuarente y siete céntimos.
La denominación de la Plaza del principe se fija desde los inicios de las obras, tras recibirse la noticia del nacimiento del principe de Asturias, tres días antes de comenzarse los trabajos. Posteriormente, y por acuerdo municipal, cambió su nombre por el de Alameda de la Libertad, tras el triunfo de la revolución de septiembre.
Para facilitar la financiación se recurrió a suscripción pública, que abrió el propio alcalde don Bernabé Rodríguez con cuatro mil reales de vellón, siendo esta la aportación mayor, además de los anticipos, que, a fondo perdido, hizo a medida que avanzaban las obras. El presupuesto inicial quedó alterado, llegándose a un coste total de ciento catorce mil setecientos cuarenta y ocho reales de vellón.
Para la ejecución de la obra se recurrió a los confinados en el penal, siendo sustituidos posteriormente por soldados.
Se inaugura la plaza el 29 de octubre de 1860 aunque los trabajos continuaron muchos más años, recibiendo gran impulso con el alcalde don Patricio Madam y Cambreleng.
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