- Las montañas y los cursos de agua que configuraron la ciudad. Si el cinturón de alargadas y continuas lomas no existiese y solo dispusiéramos de un llano, quizás habría que inventarlas, para poder recibir sus beneficios: atemperar el clima, sus posibilidades senderistas, paisajísticas y por las orientaciones de las laderas que proporcionan una diversidad de ambientes bioclimáticos. Asimismo, las aguas del cielo arrastran las tierras de aluvión y forman los barrancos y los barranquillos como aquellos que hace siglos las depositaban en el charco, esa laguna de agua que la bautizó. Porque sin esas montañas, La Laguna no sería Patrimonio de la Humanidad. Ellas también crearon los cursos de aguas que orillaban la ciudad fundacional y que ajustaron su trazado urbanístico. El anfiteatro del valle de Aguere y los barrancos, es decir, la montaña y el agua, han formado parte de la ordenación de la villa, más allá de la pura orografía. - Las montañas-murallas. Una defensa pasiva. Representan también una defensa militar orográfica -no solo porque la envuelven sino por las fuertes pendientes hasta el nivel del mar-, suficiente para que nunca se planteara la fortificación de la villa a base de murallas. Estas alturas también sirvieron de vigías con la elección de al menos tres atalayas de observación contra piratas, desde las que se enlazaba por la vista con otras para cubrir toda la costa de Tenerife. Así lo fueron -alineados con el eje longitudinal de la Villa de Abajo- las montañas de la Atalaya y San Roque, ésta tan cercana que provee de sombra mañanera a la villa y escenario de la batalla de La Laguna contra los guanches. Más próximo en el tiempo, quedan algunas huellas de la 2ª Guerra Mundial, al igual que al otro extremo, bajo el Púlpito, unos depósitos para carburantes excavados anejos al aeropuerto. - Peculiar cañada ganadera. Desde la conquista, las prácticas castellanas controlaron la tradición ganadera guanche imponiendo algunas obligaciones como las reuniones de la mesta o la creación de estas cañadas. Durante siglos continuó siendo el paso para las ovejas, cabras y ganado mayor que se obligaba a dar una vuelta para no atravesar las dehesas ni las zonas cerealistas, y debían ir por las montañas, mientras sus laderas sí se reservaban para cabras y ovejas. - El paisaje desde el anfiteatro. La Cañada facilita una ronda sobre un cordón de montañas -algunas de una gran fuerza plástica como La Gallardina, Mesa Mota o el Púlpito-por los bordes del anfiteatro que acorrala a la vega lagunera. Discurre por o cerca de la divisoria de aguas, excepto en la única zona más llana-en los límites con el Rosario-aunque allí el trazado se sigue situando en una posición visual ventajosa con respecto a la villa. En su trazado se ofrece un circuito enriquecedor con unos panoramas cambiantes hacia todo el entorno, con la mirada tanto hacia el valle de Aguere como hacia otros puntos culminantes del exterior. - Patrimonio ambiental. Según la orientación y la influencia de los alisios se encontrará una rica variedad vegetal. Encontramos pastos, restos de fayal-brezal, de laurisilva (además de tocar el antes conocido por Monte del Obispo, ahora Las Mercedes); eucaliptos o acacias introducidos, árboles frutales, huertos y panes. Se pisa y se observa un catálogo de suelos geológicos o volcánicos. - Sendero circular. El camino de los mayorales situado en las alturas panorámicas atraviesa una docena de vías que parten desde el mismo corazón de la ciudad primigenia, desde las calles principales como inicio de todos los caminos reales de la isla (salvo el de Chasna desde La Orotava). Estas vías radiales estructuraron el campo y los cultivos con las suertes desde las Datas del Repartimiento de lotes de terrenos después de la conquista, sistema que ha perdurado casi hasta la fecha y que aún se ve en la distribución de las parcelas catastrales perpendiculares a los caminos. La Cañada se convierte en un repartidor o distribuidor de caminos del nordeste hacia todos los puntos cardinales. Resuelve el cruce de La Laguna para el GR-131 (Sendero de Gran Recorrido que debería atravesar toda la isla). Será el futuro PR (Sendero de Pequeño Recorrido) La Cañada, como embrión de los caminos del nordeste. Supone el campo de los deportes porque las características de su firme permiten compatibilizar el paseo con otras actividades deportivas como carreras, bici o hípica. - Canteras y cuevas. En los márgenes del recorrido aparecen escasos abrigos y cuevas. Se pasa cerca de muchas canteras de donde se extrajeron piedras para las construcciones y calles de La Laguna. - El agua, el factor crucial de la historia de la villa. Es la ruta de las doce fuentes, casi inexistentes en el llano. También se atraviesan los restos de la conducción de aguas a la ciudad, que ha constituido una auténtica epopeya de esfuerzos y dineros durante varias centurias. Fuente: Miguel Pérez Carballo.
|